Si sientes que tu matrimonio ya no es el mismo, fíjate bien para detectar las señales que te lo indican. La fragilidad de la convivencia y el enfriamiento de la relación pueden solucionarse si se identifican sus causas y se tratan con cariño y perseverancia por parte de la pareja. Echa un vistazo a estos siete hábitos, que pueden ser síntomas de que ha llegado el momento de renovar vuestra vida en común.
1. Compras a escondidas
Puede no parecerlo, pero esas pequeñas compras ocultas son una mala señal. Cuando mantienes el dinero oculto y haces compras sin que la otra persona lo sepa, demuestras que no confías en ella y que no es digna de tu confianza. Una relación está hecha de confianza, de honestidad. Si uno de los dos oculta que ha comprado algo, está claro que algo va mal.
2. Acostarse a diferentes horas
Suena banal, pero la diferencia está en que la pareja no se va junta a la cama. Tal vez tengas diferentes horarios de trabajo y estudio, pero vale la pena hacer un esfuerzo para mantener este hábito. A veces, el día es tan tumultuoso que el único momento que tiene la pareja para estar juntos, para saber cómo fue el día de cada uno, es la hora de acostarse. ¡Y es tan bueno dormirse en los brazos de la persona que amas!
3. Quejarse todo el tiempo
A veces parece que para uno de vosotros todo es motivo de queja. Esto hace que un cónyuge se muestre desagradable con el otro. Se queja de todo, nada le gusta, nunca está satisfecho. Este comportamiento se convierte en un hábito, en una adicción, y no es nada fácil abandonarlo. Esto sucede cuando la esposa, por ejemplo, se queja de que su marido no ayuda en las tareas de la casa, pero cuando lo hace, solo es capaz de destacar los defectos de lo que hizo. También ocurre cuando el marido se queja de que su mujer no cuida su aspecto, pero cuando ella regresa del salón de belleza, se queja por el tiempo que ha pasado allí y el dinero que ha gastado. Tómatelo con calma y trata de ver la vida con otros ojos, llenos de gratitud, humildad y benevolencia.
4. Descuido en la apariencia
Cuando comenzasteis a salir, te preocupabas por llevar ropa bonita, todo a juego, buenos accesorios, un bonito peinado. Todo lo mejor para el amor de tu vida. Pero ¿y ahora? A menudo, nuestro aspecto exterior muestra lo que hay dentro de nosotros. Si no tienes ganas de ordenar un poco, probablemente sea porque hay algo desordenado en tu interior: una falta de esperanza, de vida. Y tu cónyuge lo nota y ve que las cosas no son como antes, que todo parece haberse convertido en una triste rutina. ¿Vamos a cambiar esto?
5. No habláis
Todo se resuelve con el diálogo: en el trabajo, en la familia, en la vida social y sobre todo en el matrimonio. Cuando se acaba el diálogo, se acaba la relación. Uno se convierte en un extraño para el otro. Los desacuerdos se transforman en bolas de nieve y la vida de uno ya no interesa al otro. Tendréis objetivos diferentes y haréis planes diferentes para el futuro, porque ya no dialogáis. Que todo se desmorone es cuestión de tiempo.
6. Cambiar el amor al cónyuge por el amor a los hijos
La unión más importante que hacemos en esta vida es el matrimonio. Por supuesto, el amor de los dos por sus hijos debe ser inmenso, pero no puede eclipsar el amor ente la pareja. Cuando eso ocurre, la calidad del matrimonio se desmorona. Al principio solo estabais vosotros, solo vosotros dos disfrutabais la experiencia de conoceros, empezar a salir y tomar la decisión de casaros. Los hijos llegarán, pero también crecerán, se casarán, se mudarán, y vosotros seguiréis teniéndoos el uno al otro. Además, todos los niños se alegrarán de ver que sus padres son una pareja enamorada.
7. Desconfianza
Si no confías en tu cónyuge, ¿por qué te has casado con él/ella? ¿Tiene algún sentido? Está fuera de la realidad. Si no hay confianza, no hay relación. Mientras no confíes en tu cónyuge, él/ella no confiará en ti, nunca os sentiréis seguros el uno en el otro y siempre estaréis peleando por razones originadas en esta actitud recelosa.
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