Hábitos que arruinan hasta al matrimonio más sólido

Manuel GarManuel G | 06 Julio 2022

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El amor conyugal es un gran regalo, capaz de darnos felicidad incluso en medio de las dificultades de la vida. Pero incluso cuando esto es obvio para la pareja, no saldrá adelante por el mero hecho de encender el piloto automático. Al contrario, la relación debe ser cuidada constantemente, alimentada y desarrollada, haciendo que atraviese cada fase de la vida en común con vigor. Por lo tanto, hay que tener cuidado de no cometer los siguientes errores, aparentemente pequeños, pero que acaban convirtiéndose en grandes amenazas para el matrimonio. Compruébalo:

Divide todo entre "lo mío" y "lo de ella".

Es normal que cada cónyuge tenga sus propios intereses y que no todo sea común en la vida de la pareja. Pero cuando todo está separado (amigos, aficiones, cuentas bancarias, objetivos, propiedades, sueños), es porque la pareja está viviendo vidas completamente separadas. A lo sumo, serán un pasatiempo el uno para el otro, pero no una pareja para toda la vida.

Dar las “sobras” a nuestra pareja

Algunas parejas parecen haber hecho de su matrimonio una de esas promociones que en realidad se parecen más a las trampas: al principio del matrimonio, se dan lo mejor de sí mismos, pero con el tiempo empiezan a compartir solo las sobras, o lo mínimo. Ya sea por tiempo, temperamento o interés, nuestro cónyuge debe ser nuestra prioridad.

Criticar todo el tiempo

¿Has visto esas luces que se encienden en el salpicadero del coche para avisar de un problema? La crítica constante es una de las luces más claras de que un matrimonio avanza hacia la destrucción. El marido y la mujer deben ser el mayor estímulo del otro, no los mayores críticos. Esta actitud hace que, con el tiempo, los cónyuges dejen de sincerarse entre ellos, para no tener que escuchar quejas constantes. Acaban convirtiéndose en extraños el uno para el otro.

Poner el matrimonio en "standby" hasta que los hijos crezcan

Muchos matrimonios han terminado porque dos personas bienintencionadas han dejado su relación estancada para dedicarse plenamente a sus hijos. Los hijos provienen del matrimonio y su fuerza procede también de la fuerza del matrimonio. Regala a tus hijos un matrimonio que les produzca orgullo y admiración, y descubrirán el valor del verdadero amor, mucho mejor que a partir de mil discursos.

Confiar más en tus sentimientos que en tus compromisos

Habrá días en los que no te sentirás demasiado apasionado. Pero este tipo de sentimientos son inconstantes y volubles y, por lo tanto, no deben ser nuestros principales asesores. Las parejas de éxito saben que el amor, más que de sentimientos, está hecho de compromiso. Esto no significa que el matrimonio sea una carga. Por el contrario, el compromiso reconoce que la persona que está a tu lado es aquella a la que has decidido entregarte para siempre y saca a relucir, en medio de las dificultades, ese rostro que te enamoró la primera vez.

Guardar rencor y echárselo en cara al otro

Cuando nuestras palabras o gestos hieren a la otra persona, es esencial admitir nuestro error y pedir perdón. Y cuando ocurre lo contrario, hay que estar dispuesto a perdonar, sin permitir que la amargura arraigue en el corazón. Nunca hay que utilizar viejas heridas como munición en las discusiones. El verdadero perdón no vive con eso.

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Tomar decisiones sin consultar a tu cónyuge

A veces nos engañamos y nos dejamos cegar por nuestra propia arrogancia, creyendo que no tenemos que preguntar nada a nadie, porque sabemos muy bien lo que hay que hacer. Las parejas con éxito saben que las decisiones individuales tienen repercusiones en la relación, por lo que siempre se consultan con amabilidad, confianza y respeto.

Tratar de cambiar al otro

Intentar cambiar a tu cónyuge siempre acaba en frustración. La única persona a la que puedes cambiar es a ti mismo. A tu pareja tienes que amarla tal y como es. Has de estar dispuesto a cambiar tu forma de reaccionar ante el comportamiento de tu cónyuge. Cuando haya desacuerdos o perspectivas diferentes, sed creativos para encontrar formas de permanecer en el amor y el compromiso mutuo. En el proceso, ambos cambiaréis para mejor.

Planifica una ruta de escape

Las parejas con éxito tienen un secreto muy sencillo: no contemplan el divorcio. Cuando nos amenazamos con la separación o empezamos a fantasear con vivir con otra persona, estamos destruyendo nuestro matrimonio de raíz. En una pareja sana, el compromiso mutuo es siempre mayor que los desacuerdos y fracasos.

Ocultar que estás casado

Fingir en algún ambiente que no estáis casados, mostrando que estáis disponibles para ligar, es una alarma estridente de que algo va muy mal en vuestra relación. Aunque no te vayas a la cama con otra persona, esta actitud es una forma de infidelidad. Y lo mismo ocurre cuando no ocultas que estás casado pero actúas como si estuvieras soltero, o cuando, con los amigos en un bar, haces comentarios sobre personas del otro sexo que no caben en la boca de una persona casada.

Ver pornografía como si se tratara de cualquier tipo de entretenimiento

Toda auténtica intimidad (y toda infidelidad) comienza dentro de ti, no en la cama. Si tus ojos y tu mente se alejan de tu cónyuge, está claro que la relación se deteriorará.

Ser egoísta

Es cierto que tenemos cierta tendencia al egoísmo, pero el matrimonio solo funciona si sabemos superar esto. Si ambos cónyuges están dispuestos a amarse generosamente, anteponiendo el bien del otro al suyo propio, el matrimonio prosperará. Y también es importante estar dispuesto a dar el primer paso, aunque tu cónyuge se encuentre en un punto en el que no te corresponda de la misma manera. Sé un termostato, no un termómetro: el termómetro se ajusta a la temperatura del entorno, pero el termostato la cambia.

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