Como decía Stephenie Meyer en boca de Isabella Swam, famosa protagonista de la saga Crepúsculo: "La muerte es apacible, fácil. La vida es más difícil". No toda la gente, vemos, afronta la muerte con miedo o con dolor, sino que entiende que se trata de una fase más, la última de la vida. Como una vieja amiga la saludan algunos/as, tras años de padecimiento con largas enfermedades.
En México, por ejemplo, el concepto de la muerte es muy diferente al que se tiene en otros países, teniendo en cuenta el culto que buena parte de su ciudadanía le rinde a la Santa Muerte. Es mucho más que una cuestión de acepción de algo que es inevitable, que existe como existe la vida. Es incluso tener empatía con una figura que a la que Dios ha encomendado llevar por delante un trabajo de lo más ingrato: arrebatar la vida, el bien más preciado de un ser humano. La muerte carga con las penas del círculo de amistades y familiares que dejó a sus espaldas.
Es, además, percibida como un ser justo. En la vida nos enfrentamos a situaciones en la que percibimos que no somos tratados/as iguales que otras personas que, para nuestro criterio, gozan de mejores condiciones. Un padre de familia roba gallinas para alimentar a sus hijos y la justicia puede llegar a ser implacable sobre él. Incluso le puede suponer pena de cárcel, si es reincidente. Sin embargo, tenemos la sensación de que un político corruputo, que ha malversado fondos, que ha mentido y que ha jugado con la ciudadanía lo ampara el sistema. No hay más que ver lo que significa ser aforado o aforada pero, ¿de qué le servirá tal cualidad cuando la Santa Muerte venga a por él/ella? De nada. Ante la Santa Muerte, todos somos iguales.
Eso sí, también se pueden hacer peticiones a la Santa. Se cree que puede llegar a ser benevolente si pides algo positivo, e incluso que se deja llevar por una bonita ofrenda, como un trabajado altar que luzca bonito o incluso ofrecerle una bebida. Cosas asequibles, en definitiva, ninguna gran promesa que luego no se vaya a poder cumplir. Es por ello que, pese a todo, se tiene como una santidad más cercana en comparación con otras que, se entiende, exigen sacrificios más grande y serios. Verla como una amiga también es asumir que llegará tu encuentro con ella.
Así pues y en contra de lo que inicialmente pueda parecer, el venerar a al Santa Muerte no es proceder a un ritual oscuro, lúgubre, satánico o algo por el estilo. Como dijimos hace unas líneas, sus veneradores/as creen que su función le ha sido atribuida por Dios, y Él, que todo lo ve, quiere que hagamos el bien en la Tierra, que acometamos buenas obras para con nuestros hermanos y hermanas. Eso sí, la Iglesia Católica se opone a su veneración...
En cuanto al diseño, tampoco tienes por qué pensar en la típica imagen que la cultura popular le ha atribuido a la Muerte: calavera cubierta con túnica y capucha negra y guadaña. Si te gusta, adelante, seguro que te queda un resultado genial. Pero, si no, tienes otras muchas opciones, por ejemplo, utilizando el color.
También es muy representada la Santa Muerte en los tatuajes con rostro humano, de mujer. Juega aquí un papel destacado el elemento seductor que tiene lo desconocido. Dibujar las cuencas de los ojos, la silueta de los dientes sobre los labios (como si se tratara de hilo) o incluso una telaraña sobresaliendo de su capucha da buen resultado.
No le tengas miedo a la muerte... y menos aún a pasar por el estudio de tatuajes.
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