He escuchado a cristianos decir que no hay nada más grande que sentirse amado por Dios. Sé de algunos que creen de manera tan contundente en su mensaje que han hecho de él un estilo de vida, que se entregan en cuerpo y alma a los demás. Y alguno hay también que, aunque lo intenta y lo persigue con firmeza, aún no ha llegado a ese nivel.
El cristianismo, desde luego, ha sido una de las religiones que más influido (y lo sigue haciendo) en la historia de la humanidad. En muchos lugares del mundo, las tradiciones, las fiestas e incluso la rutina tiene una estrecha relación con los preceptos de esta religión que se sigue desde hace cientos de años. No es de extrañar que, por tanto, en el mundo de los tatuajes también dé para mucho. Y, en concreto, Jesucristo se llevan gran parte del protagonismo.
Ha sido uno de los personajes más influyentes de la historia de la humanidad. Se puede creer o no creer en Dios, en un Ser Supremo creador de todas las cosas o se puede creer en explicaciones científicas, en hechos empirícos y contrastables. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que a lo largo de la historia ha habido personas que se han señalado por los demás, que han acarreado y soportado el peso de la cruz de muchos para acabar muriendo por la causa.
Un mensaje potente y una persona con capacidad de persuasión, carisma y liderazgo puede conseguir que sea seguido por muchos otros. Eso, de momento, no hay hecho científico que lo tire por tierra. El caso de Jesucristo es un ejemplo. Lo decía la canción de U2, "one man betrayed with kiss" ("un hombre entregado con un beso"), que recogía su caso junto al de otros en el tema Pride (In the name of love), la que quien escribe os recomienda que oigáis.
Según los que nos llega de las enseñanzas de Jesucristo a través de los evangelios, el Mesías insistió en la importancia de amar al prójimo como a ti mismo, que ocupa el puesto número 1 entre los 10 mandamientos. Siete palabras, una frase. Parece fácil pero, desde luego, ponerlo en práctica es mucho más fácil que escribirlo. La situación actual, desde luego, muestra que estamos alejados de esa enseñanza. ¿Y si para interiorizarlo nos ayudamos de un tatuaje?
A la hora de marcarse la piel, el rostro de Jesús de Nazaret es lo que más se elige por quienes llevarlo por siempre. Triunfa, por ejemplo, la de un Cristo coronado por una corona de espinas que lo hacen sufrir y sangrar pero que, sin embargo, mantiene un gesto de esperanza y resignación, de impasible humildad, pese a todo. Una imagen que transmite mucho, desde luego. Con la cruz también es muy representado, por ejemplo, aplastado por ella contra el suelo en una de sus tres caídas. La espalda es una de las zonas más escogidas también, o los brazos, como vemos en el caso de famosos futbolistas.
"Toma tu cruz y sígueme", invitando a llevar con resignación pero con esperanza y fe las cargas de nuestra vida. ¿La tomas tú?
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