¿A qué símbolos del sueño se debe dar más importancia?

Manuel GarManuel G | 11 Enero 2023

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La importancia de los símbolos oníricos viene dada por los factores de continuidad o persistencia, singularidad o excepcionalidad, intensidad, autoridad y levedad o ausencia. Todo personaje, todo escenario y todo objeto aparecido en un sueño tiene un valor que no le viene por sí mismo, ni por lo que importa en la vida real, sino por su significación como parte del mensaje del sueño en que aparece. De esta manera los símbolos se dividen entre determinantes o complementarios.

Persistencia

Esta condición la determina el número de veces o la insistencia con que aparece un signo en el transcurso del sueño. Un hombre con quien el soñante se encontrara en numerosos lugares. O la imagen del presidente del país entrevista sólo durante un segundo detrás de una ventana. Soñarse recluido en un calabozo, en penumbra y absoluta soledad, donde uno ve que a través de un tragaluz le introducen un jarro de agua y un trozo de pan, aunque también le hacen llegar insultos y amenazas, hace que no sólo el calabozo sino también el tragaluz sean símbolos de primera importancia, por más que se les olvide mientras se prepara la fuga o se llora. Ahí estarán siempre para consumar luego la fuga o conseguir que el llanto sea atendido. Asimismo, caminar bajo la lluvia puede llevar a muchos sitios y dar lugar a diversos encuentros, pero la lluvia es condición indispensable para mantener el tono sobre cuanto suceda en el sueño.

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Singularidad o excepcionalidad

Esta condición está determinada por la capacidad del signo para atraer la atención. Por ejemplo, a un gato de tres ojos, aunque apareciera sólo muy brevemente, deberá concedérsele especial importancia. Asimismo a una rosa que, entre otras, empezara a sangrar. O a un anciano que, sentado a la vera de un camino cerca de campesinos trabajando, mostrara un resplandor en torno a su cuerpo. O a un bosque de árboles muy pequeños. Hablar con un ave, o ver que una mujer muy anciana pasa de una azotea a otra caminando sobre una cuerda, ver que una nube tiene forma de rostro y habla al soñante desde las alturas, son ejemplos de la validez de un símbolo por su carácter inusitado.

Intensidad

Este atributo se da cuando el signo aparece de cualquier manera con su realidad alterada de manera excepcional, como sería una ola marina de cien metros. O un colegio del que saliera un interminable tropel de niños. O una vaca que causara una inundación con el flujo incontenible de su leche. Con frecuencia estos símbolos salen del sueño inmediatamente después de hacerse notar; por ejemplo, va el soñante por la calle y a su lado pasa corriendo un grupo de chicos de actitud violenta y le dicen: «¡Apártate de nuestro camino!», luego dan la vuelta a la esquina y desaparecen. Pues bien, pese al susto y a la indignación que le hayan causado, ya han perdido su intensidad en el sueño y quizá hasta su influencia en él. Lo importante de su aparición es que le han demostrado lo susceptible que es ante quienes no le reconocen significación o autoridad. Pero con ello han determinado o matizado el mensaje del sueño, lo que los hace fundamentales. Lo mismo sería en el caso de que en un sueño alguien descubriera un escupitajo en la acera. Normalmente no valdría la pena hablar de algo así. Pero en lo onírico puede cobrar una significación inusitada cuando pasa una señora, lo mira con asco y se pregunta quién pudo hacer algo así. Otro se acercaría para decir que, por el tamaño y la forma, el escupitajo tendría que ser de un hombre muy malo o de un caballo enfermo. Otro vendría a decir que seguramente el escupitajo ha estado ahí toda la noche. Así, algo tan pueril puede resultar no sólo determinante para el sueño, sino significar algo capital en la vida del soñante.

Autoridad

Si el soñante debiera buscar el nombre de una calle que no aparece a lo largo del sueño, tal calle ejerce una autoridad sobre el sueño y lo determina, por más que no sea encontrada. La carta del rey en que autoriza al soñante a habitar un castillo puede que no se vea en más de dos ocasiones durante el sueño, sin embargo, será decisiva y actuará como invisible eje del sueño. Si el soñante viera por el tragaluz del calabozo que por un instante se le aparece el rostro de la Virgen, sin duda no podría olvidarlo y, quizá, ni reponerse de la impresión. Tal vez caería de rodillas implorando la libertad. De tal manera, tan fugaz visión resultará determinante en el sueño.

Levedad o ausencia

Se hace manifiesto e importante cuando el soñante echa muy de menos algo, como le sucedería al ir por céntricas calles en las que no hallase a nadie en pleno día. O asistiera a una boda que se oficiara ante el altar estando sólo la novia. O en un baile palaciego al ver que todos danzan sin zapatos. Otro de tales símbolos aparecería cuando el soñante tomara un autobús para ir a una calle en la que debería encontrar algo. El autobús es un medio indicativo de la vida en sociedad, que debe transportar a quien sueña a un lugar igualmente de significación social. Puede éste ser un barrio en el que se pasó la infancia; en ese caso, el sueño sería regresivo. O una calle en la que se debe recibir algo que acredite al soñante como persona digna; en tal caso, el sueño sería evolutivo. Pero el autobús no acaba de llegar, al preguntársele el chófer dice no conocerla y aconseja bajar y buscarla a pie. Finalmente, tras preguntar a numerosas personas, la calle nunca aparece. Este es un ejemplo en que la ausencia o no visión de un símbolo puede alcanzar una gran significación.

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