La vaca está íntimamente ligada, incluso dentro del imaginario colectivo con la maternidad. Al ser el animal que principalmente nos provee de leche y ser este el alimento de las etapas iniciales de la vida, el simbolismo se ve claramente.
Y por lo tanto, por extensión se le asignan otros significados, como puede ser el de la fertilidad y la nutrición.
De hecho, ya durante el periodo de esplendor del antiguo Egipto la vaca tenía una consideración sagrada al considerársela como diosa de la nutrición y la alegría materna y considerándola como un nexo de unión entre el mundo físico y el espiritual.
La gran importancia de este animal en la vida y el desarrollo del ser humano es lo que ha ocasionado que haya estado presente como un símbolo importante en numerosas culturas, muy distintas entre sí e incluso alejadas en el tiempo.
La vaca forma parte de la iconografía de los países nórdicos, se la considera símbolo de las energías femeninas del yin y el yang chino, tiene presencia en los textos bíblicos y es el símbolo más sagrado en la civilización hindú. Qué mejor muestra que esta para entender que la vaca ha estado siempre a nuestro lado, ofreciéndonos soporte y que el hombre ha sabido reconocérselo de una manera u otra.
En la India la vaca tiene una consideración suprema, estando prohibido no solo matarlas para consumir su carne, sino molestarlas de cualquier forma.
No es difícil entender el porqué de esta veneración por la vaca cuando se tiene en cuenta su simbolismo con la maternidad. La madre es el ser que nos da la vida, y no parece haber mayor traición que arrebatársela al animal que la representa. De ahí que todos los simbolismos que se relacionan con la vaca tengan connotaciones positivas.
Claro que el simbolismo no salva a muchas vacas de ser sacrificadas para la industria alimentaria en una sociedad donde la espiritualidad ha pasado a un segundo plano y solo cuenta lo material y el beneficio económico.
La fuerza y la riqueza, así como la generosidad son los rasgos con los que se identifica a este animal en las culturas que practican el hinduismo, y el respeto a su figura no se cuestiona.
En el mundo occidental, sin embargo, todas estas cuestiones quedan de lado ante el uso mercantilista, que supone utilizar a la vaca, única y exclusivamente, como animal que nos provee de alimento.
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