En este artículo hemos recopilado y damos respuesta a una serie de preguntas bastante curiosas que todo amante del mundo onírico se ha hecho al menos una vez en la vida.
1. ¿El sueño es el descanso de la mente?
El cerebro no descansa jamás. Y la mente se halla en permanente e ininterrumpido proceso de ordenamiento y creación. Sólo descansa el cuerpo. Más aún, el sueño implica el estado de mayor actividad mental, aunque la mente parezca ajena a lo que ocurre en el entorno. Y es mientras se sueña se digiere la vida y pasan sus "jugos" a donde convienen y son necesarios.
2. ¿Es necesario estar dormido para soñar?
No, el sueño es la condición dominante en la naturaleza humana. Hombres y mujeres creen vivir al tanto de la realidad que los rodea, incluso de la mundial, pero no es así. Y explicarles que viven soñando de manera casi permanente es casi tan difícil como explicarle a un pez que está mojado. Para hacérselo entender hemos de recordarle que el universo se halla determinado por el número doce.* Que el día, consistente en una vuelta del mundo al Sol* (símbolo de la conciencia y del verdadero despertar), está dividido en cuatro bloques (el cuatro* es el número de la materialidad) de seis horas cada uno. Dos de estos bloques corresponden a la luz y a la conciencia, y los dos son para la oscuridad y la inconsciencia. Pero a través de los tiempos la humanidad, empeñada en no despertar, ha dejado que la oscuridad de la inconsciencia le robe un bloque de seis horas a la luz.
3. ¿Cuánto tiempo dedicamos realmente a soñar?
Como ya se ha explicado para la anterior pregunta, tres bloques de seis horas son dominados por los sueños. Esto significa que todo hombre y toda mujer dedica dieciocho horas diarias a soñar, por más que parezcan tan activos y despiertos. No contemos sólo los períodos clasificados como «hipnagógicos» que siguen al acto de meterse en la cama, cerrar los ojos y liberar la mente; ni los «hipnopómpicos», que transcurren cuando tras levantarse se sigue sumido en la modorra. Contemos también todas las en soñaciones del día, suscitadas por cualquier estímulo, ya publicitario, ya informativo, ya cultural. Sólo seis horas quedan a la conciencia pura, y ni siquiera las ejerce de corrido, sino en reducidos espacios de idea y creatividad, que en gran medida se originan en el inconsciente y llegan a la mente como ideas inesperadas, raptos de inspiración, focos que se encienden sorpresivamente. Y es que no hay ningún gran logro humano que no tenga al menos sus raíces en el sueño.
4. ¿Hay remedios naturales para ayudar a recordar los sueños?
Son muy importantes para la memorización de los sueños los elementos aportados por las manzanas cocidas, el jugo de piña, la cebada, los huesos de dátiles picados y el perejil. Y para potenciar esta memoria se cuenta con la miel de abeja y con flores como la nomeolvides, cuya mezcla, tomada en infusión inmediatamente antes de acostarse, produce un muy notable aumento de sueños recordados, cada vez con mayor detalle.
5. ¿Es posible hablar realmente en sueños con personas fallecidas?
Sí, es posible. Para iniciarse en esta práctica, que hasta hoy ha sido patrimonio de chamanes y brujos, es preciso ser capaz de observar sin dar nada por hecho ni por sabido. Concéntrese la atención en la existencia y en la presencia de los seres y de las cosas. Pero evítese aflojar la intensidad de la observación por la falsa idea de que ya se conoce a fondo lo que se está viendo, oyendo, oliendo, gustando o sintiendo. Después viene la capacidad de no atribuir tampoco valores positivos o negativos a las cosas. Es preciso liberarse de todo concepto establecido, renunciar a la experiencia y aprender a percibir de nuevo sin pretender acomodar nada entre lo conveniente o lo inconveniente. Tal como lo haría un extraterrestre recién llegado a la Tierra. Entonces se conseguirá el don de captar la naturaleza dual de todo, lo material y lo inmaterial, y se percibirá la existencia dinámica, verdaderamente vital en el más amplio sentido, de los seres que un día más o menos lejano salieron de la dimensión material.
6. ¿Es posible enterarse durante el sueño de cosas reales?
En efecto, es posible. El fenómeno es conocido como metagnomía onírica. Se llama así a la asimilación de conocimientos por medio de facultades ajenas a los sentidos y a la conciencia. El término fue acuñado por el parapsicólogo francés E. Beirac, con objeto de diferenciar las manifestaciones de clarividencia de las exclusivas de la telepatía, todas bajo la denominación de diapsiquia. Numerosos investigadores afirman que la metagnomía es evidencia de la acción de los espíritus sobre la mente de los vivos. La metagnomía puede ser telepática, perceptiva o profética, pero es particularmente onírica.
7. ¿Puede un sueño ser causa de muerte?
Los sueños son capaces de ejercer una gran influencia a la vez que producir incontrolables reacciones. No son raros los casos de afecciones cardíacas que se agravan súbitamente a consecuencia de una pesadilla. Incluso personas sanas pueden llegar a alterarse a consecuencia de una escena onírica traumática. Pero se trata de casos extremos, como el ocurrido en Nueva York, el 1 3 de enero de 2001, cuando un niño de nueve años de edad, Edward Amonte, soñó que sus padres estaban siendo asesinados y, aterrorizado, saltó de su cama y se lanzó por la ventana de su habitación a la calle, causándose fracturas de cráneo, espina dorsal y cadera.
8. ¿Cómo saber cuándo lo soñado anuncia algo que se hará realidad?
Se trata de una cuestión incierta en general, pues varía de un individuo a otro. Sólo la experiencia responde, y no con carácter invariable. Algunos sueñan con cierta frecuencia sucesos que luego se realizan. Pero otros jamás ven sus sueños hechos realidad, ni para bien ni para mal, y sin embargo les preocupan, por el deseo de que se cumplan, o por todo lo contrario. Ambos extremos pueden ser lamentables, ya porque alguno se ponga fatalista y deje de atender su negocio tras soñar que quebraría, ya porque otro caiga en un cruel optimismo y se llene de deudas alegremente porque soñó que se convertiría en millonario.
De hecho, los sueños aluden mayoritariamente al futuro, aunque no sean premonitorios sino reguladores de la forma de vivir o ver las cosas, o compensadores de cuestiones que se le quedaron al soñante sin solución o incompletas y siguen sumergidas en su mente. Sobre esto, Arnau de Vilanova escribió: «... somos inclinados y movidos de múltiples maneras, en las vigilias y en los sueños... Ciertamente, se nos aparecen visiones de cosas futuras y se producen en nosotros fantasmagorías significativas de muchas cosas futuras... al darse misteriosas condiciones en los cielos». Y esto de los factores climáticos es importante, pues quien suele tener sueños premonitorios no los tiene todas las noches, sino cuando se dan ciertas condiciones, como la de irse a la cama habiendo bebido excitantes como café o té. También influye que la atmósfera esté con la sobrecarga previa a una tormenta, o que la primavera o el otoño estén haciendo una entrada enérgica. En general la actividad geomagnética es muy importante. No obstante, algunos investigadores afirman que las noches muy serenas, por propiciar un sueño más profundo, inducen a una «atención onírica selectiva» y se captan mejor los estímulos exteriores.
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