Que esta relación funcione depende de si ambos están dispuestos a mejorar en todo aquello que crea problemas en la relación.
Desde los primeros intercambios de miradas, ambos notan que entre ellos existe una gran atracción, una gran sensualidad que pronto se sitúa en el centro de la relación, pero no es simplemente algo físico, sino que la atracción es además mental ya que ambos en muchos aspectos de la vida piensan de la misma manera y comparten muchas ideas.
Entre ellos, no hay necesidad de largas conversaciones, su sexto sentido les permite entenderse y es algo que les hace disfrutar aún más.
Ya desde muy pronto la Tauro quedará prendada de este hombre retraído y misterioso, a veces difícil de entender, a veces frágil. Todo el misterio que le rodea estimulará la curiosidad de la mujer Tauro y mantendrá activo el deseo de conocerlo aún más. Además, es un hombre tierno y dulce que hace que cada reencuentro sea único y mágico, al menos al principio.
Juntos, la gran complicidad que tienen les permite desarrollar un amor y una amistad sin precedentes.
No obstante, no todo es perfecto e inevitablemente surgirán tensiones entre ellos. El temperamento soñador del Piscis a veces irrita a la Tauro, una mujer poca soñadora que siempre tiene los pies en la Tierra. Esta circunstancia hará que ella tenga que aceptar el rol de padre de familia durante un tiempo. El problema puede llegar cuando ella, cansada de esta situación, le exija a Piscis que se involucre más en las responsabilidades de la vida cotidiana. Sin duda, para evitar problemas en el futuro, el Piscis tendrá que centrarse más en las responsabilidades y menos en sus sueños, o aprender a no entrar en conflictos con ellas por este tema, siendo capaz de mantener su postura y su forma de ser en secreto, evitando que ella se moleste por su aparente inestabilidad.
Por su parte, a él le molestará la necesidad de dominarlo todo que tiene su pareja, y, sobre todo, el gran apego que tiene a las tradiciones y a lo ya establecido. Ella no entiende que las costumbres cambian de unas personas a otras, o de unos lugares a otros. Este será un foco importante de problemas entre ellos porque él no está dispuesto a cambiar lo que considera apropiado en base a su moral y el uso de la razón.
La Tauro, posesiva, a veces se sentirá horrorizada por el comportamiento evasivo de su pareja.
A pesar de todo, su relación puede ser enriquecedora para ambos si saben aprovechar sus diferencias. El Piscis, gran idealista, encontrará en su pareja un apoyo que lo hará centrarse más en la vida real. Ella, le brindará la confianza y el empuje que le permitirán lograr cosas importantes para él y su familia. Por su parte, ella, estando con este gran hombre, aprenderá a confiar más en sí misma, a tomar decisiones, a ser menos discreta. Encontrará en él la fantasía y la frescura que le falta en su vida cotidiana. Él la hará alejarse de sus puntos de referencia, la desestabiliza, haciéndola vivir una vida un poco menos seria y más divertida, una vida que merezca más la pena vivir.
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