Crear expectativas en una relación es casi inevitable. Sin embargo, uno de los secretos de un matrimonio exitoso es aprender a lidiar con estas esperanzas, equilibrando las "imaginables" con las "reales". Es importante alimentar buenas previsiones, construir buenos cimientos para la convivencia y construir las mejores historias en una relación. Todo esto inspira confianza dentro del matrimonio.
Por otro lado, también es importante reconocer las circunstancias de la vida, para tener una clara comprensión de la realidad y entender que, en la convivencia diaria, muchas cosas serán diferentes a los horizontes creados. A veces, la imaginación va demasiado lejos y crea expectativas que nunca se harán realidad.
Por eso, para que la relación no sea frustrante para ambos, hombre y mujer deben saber que siempre imaginamos más de lo que vivimos y que un matrimonio feliz no está hecho de grandes logros y conquistas, sino de pequeños gestos cotidianos. Por ello, hemos seleccionado cinco pasos concretos para que el matrimonio sea feliz y satisfactorio para ambos en la vida conyugal.
1. Ama y sé generoso
El amor nunca debería ser una cosa del pasado. Es importante mantener y vivir ese amor a diario. El mismo cariño que os unió como pareja debe llenar vuestros corazones hasta el final de vuestras vidas. Para ello, es importante ser generoso en los gestos, en las palabras, en las actitudes e incluso en el silencio. Las actitudes de amor que os han permitido enamoraros el uno del otro durante el noviazgo y el compromiso deben continuar en el matrimonio.
Un beso antes de salir y al llegar a casa, una cena especial en un día importante, una flor dejada en la mesa, largos abrazos, preguntarse cómo ha ido el día, son pequeños gestos de afecto que fortalecen la unión y configuran al hombre y a la mujer como marido y mujer.
2. Ten paciencia con tu pareja
Hay que ser consciente de que nadie es perfecto. No somos máquinas, en las que todo está programado para realizar funciones a la perfección. Podemos equivocarnos. El ser humano también está hecho de errores, debilidades y limitaciones. Por lo tanto, el hombre y la mujer deben ser pacientes con el tiempo que el otro necesita para evolucionar. No caminar delante o detrás, sino al lado, sabiendo que el tiempo es el maestro del crecimiento y la madurez.
3. Nunca imagines algo y lo guardes para ti
Crearse una "paranoia" y no hablar con la pareja de estas inseguridades es un comportamiento extremadamente peligroso para la relación. Cuando esto ocurre, corremos el riesgo de alimentar nuestros miedos, que la mayoría de las veces están muy alejados de la realidad, y la posibilidad de que se conviertan en un verdadero monstruo para el matrimonio es muy grande. "Ha cambiado", "no es la misma", "creo que ya no me quiere", "me pregunto si pasa algo", etc.
Para acabar definitivamente con esta mala costumbre, el diálogo y la transparencia son imprescindibles. Cuando compartimos estas inseguridades con sinceridad, damos al otro la oportunidad de ser claro también, por lo que crece la confianza en la pareja.
4. Piensa, en primer lugar, en la otra persona
Pensar, ponerse en el lugar de la otra persona y organizar tu día a día en función de ello es una verdadera prueba de amor. Planifica cosas sencillas, como una salida a un lugar que le guste a tu pareja o una cena especial con su plato favorito. Una de las cosas más importantes en un matrimonio es conocerse de verdad y también dejarse conocer. Muchas parejas no se sinceran, no saben nada del otro y esto es un camino hacia la frustración.
5. Vive una vida a tres bandas: tú, él/ella y Dios
Independientemente de la religión, es muy importante que tengáis momentos para vivir vuestra espiritualidad, compartiendo y rezando en grupos, y sobre todo que recéis y deis gracias a Dios por el don de ser una familia. La vivencia de esta espiritualidad no se limita a estos momentos concretos, sino que se extiende a todas las decisiones de la vida de la pareja. A partir de la fe, la pareja encuentra la fuerza para avanzar en todas las facetas de la vida. Dios mueve el corazón humano para que tanto el hombre como la mujer vivan el amor y la generosidad, sean pacientes, transparentes, humildes y sensibles.
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