Puede que las sirenas los seres fantásticos mitológicos más representados en la cultura popular, a través de sus múltiples manifestaciones. Se trata de seres mitad mujer, mitad pez a los que se atribuye una cualidad muy humana pero, a la vez, sobrenatural: una voz prodigiosa, una canto capaz de volver loco o loca a cualquiera, de hacer que sucumbas a unas irrefrenables ganas de acompañarlas al fondo del mar, donde terminarás ahogado para siempre.
¿Siniestro, ¿verdad? Puede que sí, pero también es cierto que, nuevamente, se presenta ante nosotros una dualidad del bien y el mal en un mismo ser que nos atrae. Ya de por sí, claro está, las sirenas son representadas como criaturas hermosas. Por eso también quien decide hacerse un tatuaje de sirena.
Una de las primeras historias de sirenas que han llegado hasta nuestros días es la que Homero nos contó en La Odisea, que relata una parte de la travesía de Ulises hacia Ítaca tras pasar una larga temporada en el palacio de la diosa Circe. Es ella, precisamente, quien le advierte de lo peligrosas que son las sirenas, de cómo tentarán a Ulises y a toda su tripulación, a través de su canto, para llevarlos a su perdición.
Al protagonista, tan temeroso como curioso, es Circe quien le da la fórmula para no perder la oportunidad de escuchar ese canto incomparable sin caer atrapado en la tentación de manera irreversible. Así pues, aísla a su tripulación con una cera especial para los oídos y pide que que él, sin aislante, sea atado de pies y manos. Si intentaba zafarse, sus compañeros habrían de amarrarle aún con más fuerza. Fue así como Ulises lo pudo luego contar.
Esta historia puede traernos a la memoria algo que, a buen seguro, nos han dicho muchas veces desde pequeños: a que las apariencias no sean lo que parecen ser. Es necesario mantener la cautela ante ciertas situaciones, pues el camino más bello no siempre es el mejor, y las rosas tienen espinas.
Un mensaje como para llevar tatuado, por ejemplo, con la imagen de una sirena. Sinceramente (me permitirán los lectores la licencia de opinar) tampoco es justo que, durante siglos, la tentación o el malfario se hayan representado con forma y nombre de mujer. Las sirenas no son más que unas precursoras de la "femme fatale" que tanto hemos visto en el cine y la televisión y que tan poco ha contribuido a eliminar la desigualdad de género.
Y hemos de reconocer que la factoría Disney en sus inicios tampoco ha hecho mucho por ello. Vaaaale. Eran otros tiempos, pero es hora de avanzar. No todas las mujeres son ingenuas y necesitadas de protección como Ariel, la protagonista de "La Sirenita", ni tampoco están dispuestas a poner en riesgo su vida y la de sus familias por un hombre apuesto por el que ha perdido la cabeza. No vamos a dejar de reconocer, en todo caso, que La Sirenita es un clásico que ha marcado la infancia de muchos. Tanto como para marcársela para siempre, sí, a ella, por ejemplo, junto a alguno de sus personajes más conocidos. Yo, sin duda, elegiría al cangrejo Sebastián, el "artífice" del célebre "Bajo el mar".
El alegato feminista puede ser también un buen motivo para tatuarte una sirena, seas hombre o mujer. Quizás puedas aprovechar para dibujarte una con las curvas que puede tener una mujer, y que hoy no vemos en pasarelas o en revistas porque el prototipo imperante es otro bien diferente, ¡pero que no puede presionarnos hasta la obsesión! O incluso puedes enroscarla alrededor de un bebé, potenciando el lado maternal de la mujer, que tampoco parece gustar mucho en la actualidad, especialmente para acceder a altos puestos de grandes empresas...
Sea cual sea tu motivación para tatuarte una sirena, te sugerimos que le des color, y la representes con su larga cola y su larga melena al viento o al arrullo de las corrientes marinas. El resultado, seguro, no dejarás indiferente.
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