El mundo está lleno de vallas metálicas que guardan un lugar al que no todo el mundo puede acceder. Y resulta curioso, porque a la vez que actúa como elemento de protección real y disuasión (nadie quiere dejarse la piel intentando saltarla) también es una potente herramienta persuasiva. Cuánto más prohibido y bien guardado esté algo, más te entran ganas de sentirlo, de revelar el secreto. Y, si no, que se le pregunten a un o una adolescente cuantas más ganas le entrar de adentrarse en los misterios de la noche si sus padres le ponen hora límite para estar de fiesta con los amigos y amigas...
Las espinas hieren al clavarse en la piel. Se ensangrentan a la vez que nos torturan. Eso en la literalidad, en su sentido figurado puede representar aquello que en la vida no es hace sufrir, lo que nos ha marcado, lo que no podemos olvidar. Una corona hecha con un alambre de espino fue lo que los soldados al servicios del imperio romano le colocaron a Jesucristo en la cabeza justo después de flagelarlo, entre burlas, y antes de colocar una cruz que había de cargar con su cuerpo magullado. Un destino que él aceptó con humildad por lo que consideraba el bien de la humanidad, según creen sus seguidores/as, los mismos que ahora están dispuestos a tatuarse una corona de espinas, en tributo hacia Él.
Son alambres de espino los que coronan las vallas que separan las fronteras en algunos países, en aquellos considerados desarrollados que limitan con otros que, se consideran, no han llegado a tal nivel. En algunos casos, van incluso acompañados con concertinas, elementos mucho más cortantes capaces de hacer heridas mucho más profundas. La ciudadanía que intenta emigrar ilegalmente, intentando buscar un futuro mejor y que parece habérsele negado por el mero y azaroso hecho de haber nacido en otro lugar del mundo, bien sabe lo que es. El alambre de espino representa su infierno, el "no" que le da el mundo. Una situación grotesca que cualquiera, en rebelión, podría tatuarse.
Como te hemos dicho en muchas ocasiones, el cine también ejercer gran influencia sobre la cultura tatuadora (y sobre muchas otras). A Edward Norton pudimos verlo con sendos alambres de espinos en sus musculosos brazos, cerca de la cruz gamada de su pecho, con el torso desnudo y las manos sobre la cabeza, antes de ser detenido. Es una famosa imagen de la no menos conocida película American History X, aquella en la que se relataba como un racista acabó aprendiendo la lección. Y pagó el precio más alto: la vida de su hermano. El odio trae más odio y este destrucción y muerte.
En cuanto a lugares que pueden albergar el tatuaje, te recomendaríamos la opción del brazalete. Un alambre de espinos dando la vuelta a tu bíceps queda bien en su versión sencilla, en negro, o con aditivos. Nos referimos con ellos a que puedes darle realismo utilizando sombras, o a que puedes acompañarla de otros elementos.
La rosa se lleva la palma en cuanto a elemento más escogido para formar composiciones en los alambres de púas. Las mismas rosas tiene espinas, ellas que son hermosas y lucen inocentes, que te invitan a cogerlas, a olerlas... pero que hieren si no andas con mucho cuidado. Lo bello con lo malo, con lo que hiere. Así, como antítesis, es una idea con la que se puede jugar mucho. Las espinas hacen sangrar y bien podrían representar la muerte. Por eso, y como otro ejemplo, te comentamos que también se representan mucho con calaveras.
Como quieras, lo que quieras... Consúltanos antes, siempre tenemos sugerencias para ti.
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