Todas las hierbas y plantas de la Naturaleza están llenas de virtudes para los humanos, aunque por sus propiedades particulares, unas sean más pródigas que otras. Observamos admirados que entre las más beneficiosas para la salud se encuentran las más humildes, y entre ellas el sencillo junco, el cual posee cualidades y virtudes suficientes como para obrar muchos milagros en la salud.
El junco, amén de otros menesteres de los que informaremos al final de una transcripción muy de agradecer, siempre se empleó en la industria, artesanía del mueble, y modernamente también en medicina por su gran bondad para ello.
El nombre de junco procede del latín —juncus o inucus— y fue el gran Carlos Linneo, adelantado de la Ciencia, quien al parecer lo llamó así. De la familia de las juncáceas se conocen más de doscientas especies, pero a nuestro objeto el que sólo interesa es el común o acutus, avecindado siempre al sur de la mayor parte de los países, pero muy abundante en ambas orillas del estrecho de Gibraltar y en lugares soleados.
Este junco es planta de baretas redondas y flexibles, de unos 6 a 10 milímetros de diámetro, de un verde subido, terminado en florecidas amarillas a guisa de penacho o copete, con una o dos espinas o lancetas muy finas coronando el largo tallo, como protectoras del mismo. Estos tallos, flexibles, cilindricos y poliformes, pueden alcanzar hasta dos metros y medio de altura, aunque incapaces por su delgadez de mantenerse enhiestos. Se desarrollan lo mismo en las márgenes de pantanos, lagos y tremedales, como en terrenos de secano (al menos en Andalucía), al borde de caminos y siempre a la solana.
En su parte baja, cerca de la raíz, donde contiene la parte medicinal y comestible, observamos algo con lo que cuenta el junco como defensa contra agentes insanos: son unas vainas finas que lo envuelven; al quitárselas aparece el
vástago limpio, blanquísimo, que destila levemente un líquido untuoso al tacto, de un olor característico. Una vez limpio de vaina esta parte del junco, se parece al carrizo, sólo que más delgado y desprovisto de nudos.
Planta medicinal y comestible como dijimos, de niño todos los hemos arrancado sin esfuerzo, confeccionando labores con sus baretas y comiendo su parte inferior blanda que, por blanca, aparece incitadora y de un sabor nada desagradable. Comerla o hacer con ella cocimientos, una vez abierta por su mitad y cortada en trocitos, es un beneficio que los humanos nunca agradeceremos lo bastante.
Propiedades del junco
Aunque se asegura que en la antigüedad se usaba como antiespasmódico y tónico de las vías digestivas, razón por la cual no comprendemos que haya caído en el más absoluto de los olvidos, sus propiedades para nosotros son típicamente experimentales. Por carencia de tiempo para realizar los entretenidos y difíciles análisis que requiere, desconocemos su composición química, no aparece en la bibliografía consultada, ni aún en el «Dioscórides renovado». En cuanto a sus propiedades terapéuticas, el junco en infusión o deglutido es una verdadera medicina fitoterápica al alcance de todos.
Es de una rotunda acción para muchas dolencias, lo que nos hace escribir con entusiasmo sobre esta planta, y darla a conocer en nuestra clínica. Avalados por una experiencia de cerca de cuarenta años empleando el junco en sus tres acepciones médicas, infusión, decocción y deglución, podemos asegurar con tal convencimiento, y dispuesto estamos a demostrarlo, que es un anticatarral preventivo, un antiinflamatorio de garganta, un antiasmático y antidepresivo de primer orden. El junco es, asimismo, indicadísimo para procesos psicosomáticos y de «stress».
Aparte de todo esto, llevado del gran entusiasmo y agradecimiento sentido hacia esta generosa y sencilla planta, deseo aquí completar lo que en justicia creo que son conocimientos necesarios de divulgar para su aprovechamiento, no sólo entre la gran familia vegetariana, sino también dirigidos a algunas autoridades, incluidas las sanitarias.
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